lunes, 21 de septiembre de 2009

Introducción.

La abeja productora de miel, Apis mellífera, es un insecto social perteneciente a la familia de los ápidos, y se diferencia de otros grupos, además, por poseer glándulas especiales situadas en su abdomen productoras de cera, que le permiten construir los panales en cuyas celdas aova la reina, se desarrolla la cría y se almacena la miel y el polen. La colonia de abejas está constituida por tres clases de individuos o castas que se diferencian entre sí morfológica y funcionalmente. Nos referimos a las obreras, la reina y los zánganos.

Las trabajadoras de la colonia.

Las obreras, son hembras que constituyen la casi totalidad de la población y cumplen diversas funciones en la colmena, pudiéndose encontrar hasta más de ochenta mil en una colonia, en plena temporada, y nacen a los 21 días de puesto un huevo fecundado en una celda de obrera. El huevo eclosiona al tercer día, y la larva es alimentada por obreras nodrizas a base de jalea real durante tres días, posteriormente a base de una papilla diferente suministrada también por las nodrizas .Por supuesto que la reina de la colonia debe trabajar continuamente dedicando su vida a la postura de huevos, por lo que el título de "trabajadoras", esta disputado entre ella y las obreras.

Los reproductores de la colmena.

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La reina, es una hembra sexualmente fértil, cuya función es la de poner huevos, y nace de una celda real a los 16 días de puesto un huevo fecundado cuya larva es alimentada a base de jalea real durante todo su desarrollo, lo que estimula el funcionamiento de su aparato reproductor y le permite poner hasta más de 2000 huevos diarios bajo buenas condiciones estacionales. Por su parte, los zánganos son machos, y nacen a los 24 días de haber sido aovado un huevo no fecundado (partenogenético) en una celda de zángano. Se los encuentran normalmente en la temporada productiva, desapareciendo de la colonia con los primeros fríos o escasez de néctar.

Ciclo de vida de las abejas.

Los primeros días:
Después de su nacimiento y de acuerdo a las aptitudes fisiológicas de su desarrollo, cumplirá distintas funciones dentro de la colmena. A partir del segundo y tercer día, comienza activamente a limpiar las celdas del panal para que la reina pueda aovar en ellas.
Las nodrizas:

Al poderse alimentar por sí misma emprende trabajos de mayor envergadura como el de nodrizas. Para entonces, sus glándulas hipofaríngeas se han desarrollado y comienzan a alimentar a la cría de diferentes edades.
Las nodrizas más jóvenes son las que alimentan las larvas de mayor edad; las que tienen entre seis y doce días, alimentan las larvitas de hasta tres días de edad y de las celdas reales. Las glándulas hipofaríngeas o cervicales, son las promotoras de una materia de gran poder nutritivo , llamada jalea real.
Los vuelos preliminares:

Al llegar la obrera a su plenitud física, es decir luego del sexto día, se la ve caminar velozmente por los panales y también volar. Durante las horas cálidas del día abandona por momentos su tarea de nodriza para realizar los primeros vuelos; con la cabeza orientada hacia la piquera queda suspendida en el aire y efectuando sobre la colmena pequeños recorridos circulares con los que fija la posición exacta de la misma.
Las almacenadoras A partir del duodécimo día, la abeja obrera abandona definitivamente su trabajo de nodriza permaneciendo en la colmena; si es abundante la entrada de néctar, se encarga de recibirlo y distribuirlo en los panales. En ese momento, el néctar puede tener un porcentaje muy alto de humedad que impide su almacenamiento.
La concentración del néctar:
Este proceso se lleva a cabo mediante corrientes de aire provocadas por las obreras. Las vemos en la plancha de vuelo con la cabeza dirigida hacia la entrada, agitando violentamente las alas, mientras dejan oír un rumor que se hace más pronunciado durante las noches cálidas y serenas, después de un gran aporte de néctar.
Las cereras:
A partir de los trece días aproximadamente, se atrofian sus glándulas faríngeas y comienzan a desarrollarse las glándulas cereras, alojadas en la parte ventral del abdomen. Las abejas utilizan la cera para la construcción y la reparación de los panales. Para que se produzca la secreción de cera, se necesita abundante aporte nectarífero y una temperatura elevada. Tomándose unas con otras de las patas forman guirnaldas y se pasan las pequeñísimas escamas de cera hasta que las reciben las constructoras o escultoras, quienes le dan su destino definitivo.
Las recolectoras: (pecoreadoras)
A partir de los dieciocho o veinte días de edad, según las condiciones ambientales y las necesidades de la colmena, la obrera se lanzará a la recolección de polen, néctar, propóleos y agua. Para acopiar el néctar, se vale del buche melario, que tiene una capacidad de 60/80 mg. Para recoger el polen, utiliza los pelos que recubren su cabeza y el tórax y con los cepillos de las patas delanteras lo lleva a la boca para amasarlo, depositándolo luego en las cestillas para el polen, situadas en las patas traseras.
Las guardianas:
La colmena también tiene sus defensoras: las abejas guardianas. Si algún intruso consigue entrar, lo rodean impidiéndole todo movimiento y, después de darle muerte, lo arrastran al exterior. Cuando hay abundancia de néctar, pueden llegar a permitir la entrada de abejas extrañas, siempre que éstas lleguen bien cargadas de provisiones, pero en épocas de escasez vigilan atentamente para que las intrusas no se apoderen de sus reservas y se establezca el pillaje.
El tratamiento de las deyecciones:
Las abejas efectúan sus deyecciones fuera de la colmena. Si por circunstancias fortuitas (condiciones climáticas adversas) o por estar encerradas mucho tiempo (traslados) lo hacen adentro, las obreras encargadas de la limpieza se ocupan de retirarlas.
Las obreras zanganeras:
A pesar de ser hembra la obrera no pone huevos, sino solo excepcionalmente cuando falta la reina. Pero de esos huevos solamente nacerán zánganos ya que no han sido fecundados. Cuando esta característica aparece en la colonia, no se revierte y la población decae hasta su extinción.
El propóleos:
Las obreras recolectoras también provee de propóleos a la colonia. El propóleos es una sustancia pegajosa que las abejas extraen de los troncos y yemas de los árboles; la utilizan para obturar todas las rendijas o aberturas de la colmena y también para recubrir los cuerpos extraños que no pueden sacar de la misma.

La colonia de abejas.

Al comenzar la estación en el hemisferio norte, de abril hasta principios de mayo, la reina incrementa la cantidad de posturas, y el grado de aumento de cría también se acelera, causando una suba muy elevada en la población de la nidada. Se notará que al principio esta aumenta más rápidamente que la población adulta, de modo que la proporción entre adultos y cría es de uno a uno. Esto quiere decir que aún en tiempo bueno la cantidad de néctar que puede ser recogida por la población adulta, se destinará mayormente al mantenimiento de la colonia. La causa es, en parte, que la proporción de abejas adultas libres de obligaciones de crianza y disponibles para pecorear, es bastante chica, y en parte también que la calidad del néctar al principio de la estación es bastante pobre y tiene un bajo contenido de azúcar. A medida que la generación de abejas avanza en su ciclo de vida, hay aproximadamente un 50 % de aumento en número de adultos con respecto a las crías, porque la abeja obrera tarda 21 días en desarrollarse y luego vive otros treinta a treintaicinco días; para mediados de mayo, la reina ha completado su mayor incremento en la postura de huevos y la relación ahora comienza a deprimirse. Esto quiere decir que la proporción entre abejas adultas y las crías está más cerca del ½ que de la unidad, y a partir de este período una proporción creciente de adultas serán pecoreadoras. Esta creciente fuerza servirá a un nido que está dejando de crecer, y para fines de junio tiende a declinar en tamaño; consecuentemente la cantidad de alimento que se requerirá para la manutención de la colonia se mantendrá igual o decaerá, mientras que la cantidad que ingresa aumentará. A esto contribuye que la flora en esta época del año es de mucha mejor calidad, pues los tréboles y crucíferos tienen mayor concentración de azúcar en su néctar que las flores de primavera y generalmente son en total más numerosas sobre un área dada.
La tendencia general de la colonia es, por consiguiente, la de formar su población utilizando la producción de las flores tempranas y a partir de entonces juntar y almacenar una gran cantidad de miel en espera del invierno. Para fines de julio en muchas áreas todo ha concluido, y la postura de la reina ha disminuido y ello es la causa de una rápida reducción en la población adulta para mediados de agosto. Esta reducida población, que vive de lo almacenado durante el invierno, disminuye gradualmente hasta que empieza la primavera siguiente, época en la cual empieza a incrementar el tamaño nuevamente.
En otras zonas climáticas, el ciclo anual no es tan pronunciado y el período de quietud no se mantiene durante medio año tal como ocurre en áreas templadas. Un período más largo para pecorear producen una cosecha de miel más abundante. En el trópico puede presentarse un ciclo doble, con períodos de quietud debido a la estación de las lluvias por un lado y de sequía por el otro.
El fenómeno del enjambre, cuando la colonia está en el pico de su población es bien conocido. La abeja reina ha evolucionado hasta una condición en la cual solamente es capaz de poner huevos. Ha perdido enteramente la capacidad de cuidarlos, de proveerles un hogar y de defenderlos. Todos estos trabajos necesarios recaen en las obreras. Para que la abeja pueda reproducir su especie es, consecuentemente, necesario producir más reinas que puedan empezar una nueva colonia en otro lugar. La única manera por la cual se puede lograr esto es conseguir que la reina deje el colmenar con un contingente de obreras para construir y trabajar para la nueva colonia. En el estado silvestre esto provee colonias extras para que aquellas reinas que se pierden por accidentes, condiciones adversas de clima, enfermedades o causas depredadoras, puedan ser reemplazadas. Durante miles de años la enjambrazón debe de haber sido el mecanismo por el cual la abeja se ha expandido desde el trópico y se ha adaptado a otras regiones. Una colonia que cambia su reina sin haber habido enjambrazón (reemplazo) será una nueva colonia tan pronto como las obreras de la vieja reina hayan muerto, y la población entera será entonces el producto de la nueva reina y tendrá nuevas características. Este método no incrementa, sin embargo, el número de colonias y, por consiguiente, hace poco por ayudar a sobrevivir a la especie y nada por que se extienda.
Antes que tenga lugar el reemplazo o se forme un enjambre, una o más nuevas reinas tienen que ser producidas y lanzadas en vuelo. Sin embargo, las celdas reales no se encuentran presentes en la colonia en todo momento; solo aparecen cuando es tiempo para que el reemplazo o la enjambrazón ocurran, o si la reina vigente es retirada de la colonia por el apicultor.